Todo vuelve al origen

1946

El origen de una maestría

El 30 de marzo de 1946, en el pequeño pueblo de Esguevillas de Esgueva, nacía Flor de Esgueva.
En este enclave rural de Castilla y León, donde las familias vivían al ritmo del campo y elaboraban queso con la leche de sus propias ovejas, un maestro quesero comenzó a crear queso artesanal en la bodega de su casa. Así surgía una tradición quesera que, con el tiempo, se convertiría en sinónimo de excelencia.

El verdadero impulso llegó de la mano de Domingo Massanes, un comerciante catalán con visión, que descubrió aquel queso y reconoció en él algo único. Gracias a su iniciativa, Flor de Esgueva empezó a viajar más allá del valle, llevando consigo el sabor auténtico de su origen, el saber hacer de sus maestros y la calidad de un producto hecho con respeto, dedicación y carácter. Desde entonces, Flor de Esgueva es mucho más que un queso: es el reflejo de una tierra, de una historia y de una manera de entender la excelencia.

1970

Un nuevo hogar sin perder el origen

En 1970, Flor de Esgueva trasladó por completo su producción a Peñafiel. Fue un paso estratégico que respondía a la necesidad de crecer sin alejarse de la esencia: estar cerca de las mejores granjas de ovejas y contar con mejores infraestructuras para mantener la calidad excepcional que define a nuestros quesos.

Peñafiel ofrecía el entorno perfecto para seguir elaborando queso con alma, respetando los métodos artesanales heredados desde los inicios. La esencia de Flor de Esgueva permanecía intacta, pero ahora con la capacidad de llegar más lejos. La antigua sala de maduración, ubicada bajo la casa del maestro quesero fundador en Esguevillas de Esgueva, sigue existiendo hoy como bodega. Un símbolo de esa mezcla única de tradición y evolución que nos sigue definiendo más de cinco décadas después.

1988

El arte del afinado

A finales de los 80, Flor de Esgueva se consolidó como un referente en queso de oveja curado, gracias a su compromiso con el arte del afinado.

En Peñafiel, generaciones de maestros queseros perfeccionaron técnicas como el volteado manual, el cepillado y el engrase pieza a pieza. Mientras la industria apostaba por la mecanización, nosotros seguimos confiando en la sensibilidad del afinador, capaz de entender el queso como un ser vivo que requiere tiempo, atención y maestría.

2006

Tradición e innovación, unidas para seguir creciendo

El 1 de noviembre de 2006 marcó un punto de inflexión en la historia de Flor de Esgueva: la fábrica pasó a formar parte del Grupo Lactalis, líder mundial en productos lácteos.
Lejos de ser una simple adquisición, supuso el comienzo de una nueva etapa, guiada por la renovación y el respeto absoluto por el saber hacer tradicional.

Aquel legado, transmitido de generación en generación, no solo se preservó, sino que cobró más fuerza. Con la instalación de nuevos equipos y la reactivación de la producción en Peñafiel, tradición e innovación se unieron para dar forma a un queso que sigue hablando del pasado, mientras mira al futuro.

2015

Volver al origen, elegir la excelencia

En 2015, frente a una industria cada vez más mecanizada, Flor de Esgueva reafirmó su esencia: conservar el alma artesanal de su queso.
Aunque algunos procesos se modernizaron para garantizar consistencia, el corazón del método —el tiempo, el cuidado manual y la fidelidad a la materia prima— permaneció intacto.

No fue una decisión nostálgica, sino una declaración de principios. En un mundo que busca atajos, Flor de Esgueva eligió el camino lento y auténtico.
Porque solo así es posible proteger lo que realmente importa: un queso que honra su tierra, su gente y su legado.

2021

Un año de legado y reconocimiento

75 años de excelencia

En 2021, Flor de Esgueva celebró 75 años de compromiso con el arte tradicional del queso, arraigado profundamente en Peñafiel. Más que una cifra, fue un homenaje a generaciones de maestros artesanos que han dado forma a cada pieza con dedicación, intuición y respeto por el tiempo. Una celebración de una herencia viva que sigue madurando, al igual que nuestro queso.

Reconocimiento internacional

Ese mismo año, el mundo reconoció nuestra excelencia en los World Cheese Awards. “Flor de Esgueva Viejo” recibió la medalla de oro por su sabor intenso y curación impecable, mientras que “Flor de Esgueva Fresco” obtuvo medalla de plata, confirmando la calidad y versatilidad de nuestra marca. Estos galardones son reflejo de la pasión, paciencia y búsqueda constante de la perfección que definen a Flor de Esgueva.

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