A nivel visual ya nos hace pensar que es un queso con personalidad, con cuerpo, con carácter. Flor de Esgueva Añejo ha madurado un mínimo de 9 meses lo que provoca que su pasta sea completamente cerrada y con presencia de cristales de “Tirosina”, causantes de esa textura tan singular y ese casi crujir a cada mordisco que damos. Su sabor animal y a frutos secos algo tostados deja paso a una breve sensación picante.
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